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Arte y poemas entre 125 años de pasteles

 

J.V. Foix se hizo cargo de la confitería, inaugurada 1886, al inicio de la guerra civil

09.11.2011

 

Tota amor és latent en l'altra amor, dice un verso de un poema de J. V. Foix. El primero de los cuatro versos que figuran en la placa que recuerda al gran poeta catalán, en la fachada del número 57 de Gran de Sarrià, la casa donde nació. Una discreta placa que pasa desapercibida, no porque no esté a la vista, sino porque la vista de los transeúntes corre el riesgo de quedarse atrapada entre los dulces, confites y pasteles que exhíbe, como una tentación, el escaparate de la planta baja. Los rótulos no dejan lugar a dudas: Foix de Sarrià 1886. En el interior, un busto de J.V.Foix, recibe sereno y a distancia --casi en un segundo plano-- a los clientes tras el mostrador, como un guiño al pasado que muchos ignoran: el de un J.V. Foix que fue pastelero sin serlo.

El 19 de marzo de 1886 abría sus puertas esta pastelería avalada por el prestigio de un maestro confitero, Josep Foix Ribera, y el saber hacer de su mujer, Paulina Mas Rubinat. Poco se imaginaba el matrimonio que su proyecto cumpliría 125 años de éxito y prestigio. Foix debió pensar que su negocio se extinguiría con él, pues tenía claro que el punto fuerte del único varón entre sus tres hijos, Josep Vicenç, no eran los melindros, sino leer e ir a la biblioteca.

Pero el azar y las circunstancias traen sorpresas. Y lo que muy pocos saben es que el poeta regentó la pastelería desde 1936 hasta 1968, fecha en que confió la dirección a Jordi Madern i Mas, su primo.«Hasta el inicio de la guerra no J.V. Foix llevaba a cabo la actividad de pastelero. Entre la actividad política y la de escritor, no le quedaba tiempo», explica Madern, que entró como aprendiz en el obrador en 1952. La persecución de activistas políticos le llevó a hacer del Foix de Sarrià su refugio. «Se escondía aquí y cuando preguntaban por él, aparecía tras el mostrador vestido de pastelero», recuerda divertido Madern, acomodado en la que fuera la alcoba de J.V Foix, hoy convertida en despacho.

J.V. Foix procuró mantenerse al margen del Foix de Sarrià, aunque sin ignorarlo. Poeta y pastelería siguieron caminos paralelos sin soltarse de la mano.«J. V. Foix no fue nunca pastelero de oficio, pero sí un animador del negocio», certifica su primo. Aportaba ideas a la decoración de los locales, redactaba los rótulos jugando a dos bandas para evitar las represalias de la dictadura de Primo de Rivera, buscando palabras que no representaran variaciones entre el castellano y el catalán. Tot llenguatge és saó d'una parla comuna / tota terra batega a la patria de tots, resumen los dos siguientes versos de la placa conmemorativa del poeta. Un juego de niños para este maestro y su dominio del léxico, que en 1923 se hizo cargo junto a su hermana Carolina de una nueva tienda (plaza de Sarrià, 8-9). Allí instaló su despacho y, mientras en el obrador se amasaban dulces, él creaba poemas.

«No tenía el oficio, pero sí una gran paladar para detectar la perfección en los dulces y pasteles», dice Madern, y recuerda que J.V. Foix hizo suya una máxima que ya le oía decir a su padre en el obrador: «Sobre tot, qualitat». Y esa es la clave del éxito del Foix de Sarrià. El prestigio de la pastelería se ha conseguido «manteniendo y mejorando las fórmulas desde el año de fundación del negocio», añade Madern. Y es que la tradición e innovación son las señas de identidad de la casa, dos palabras que se repiten en todos sus productos como un mantra, una doctrina de fe --… Tota fe serà suc d'una més alta fe, acaba el poema --imprescindible para garantizar los 125 años de arte.